
Como padres, nos preocupamos mucho por el bienestar de nuestros hijos, y queremos que estén siempre bajo la protección divina. Por eso, los invito a realizar esta oración, que está inspirada en la Biblia y en el amor de Dios.
Oración para proteger y bendecir a un hijo
Bendito y alabado seas Padre celestial,
te doy gracias por el regalo de mi hijo.
Gracias por permitirme ser su padre,
y acompañarlo por el camino de la vida.
Hoy me vengo a ti para pedirte por él.
Por favor, cúbrelo con tu sangre preciosa,
y guárdalo de todo mal y de todo peligro.
Que tu ángel de la guarda lo acompañe,
que tu Espíritu Santo sea su faro
y lo guíe por el camino de la verdad,
de la esperanza, de la fe y la bondad.
Bendice y protege a mi hijo, Señor,
dale salud, sabiduría, paz y alegría.
Que crezca en estatura y en gracia
ante ti y ante todos los hombres.
Que sea un instrumento de tu amor,
de tu paz y de tu gloria en el mundo.
Intercede en él e ilumínalo en su vida
para siga tu voluntad y tu propósito.
Rezo porque nunca se aparte de ti
ni en los momentos de prueba,
ni en los de bendición y felicidad.
Te entrego a mi hijo, Señor,
con toda confianza y esperanza.
Sé que tú lo amas más que yo,
y que tienes planes de bien para él.
Por eso, te pido que lo protejas
y lo bendigas hoy y siempre.
Amén.
Oración de protección y bendición
Padre celestial, te doy gracias
por el regalo de mi hijo (nombre).
Te pido que lo bendigas con tu amor,
con tu gracia y con tu misericordia.
Protégelo de todo mal, de todo peligro,
de toda enfermedad y toda tentación.
Guíalo por el camino del bien, la bondad,
de la verdad, de generosidad y de vida.
Ilumina su mente, fortalece su corazón
y llena su alma de tu paz y tu alegría.
Padre celestial, te encomiendo a mi hijo.
Porque tú lo conoces mejor que nadie,
sabes lo que necesita, y todo lo que sueña.
Concédele lo que sea mejor para él,
según tu voluntad y tu plan perfecto.
Que nunca le falte el pan de cada día,
ni el agua de tu Espíritu Santo.
Que siempre tenga salud, trabajo,
estudio, amigos, familia y un hogar.
Padre celestial, te entrego a mi hijo.
Tú eres su creador, su dueño, su Dios,
su salvador, su confidente y su amigo.
Te pido que lo acompañes siempre,
que lo cuides y que lo ames siempre.
Que sea un hijo fiel a ti, un buen cristiano,
un buen ciudadano y una buena persona.
Que cumpla su misión en esta tierra
y alcance la gloria eterna contigo en el cielo.
Amén.
¿Por qué debemos encomendar a Dios nuestros hijos?
Esta es una pregunta que muchos padres se hacen cuando tienen que enfrentar la pérdida de un ser querido. Encomendar a Dios un hijo significa confiar en su amor y en su plan para nuestra vida.
Significa reconocer que él es el creador y el dueño de todo lo que existe, y que sabe lo que es mejor para nosotros. Es aceptar su voluntad, aunque no la entendamos, y esperar su consuelo y su gracia.
Encomendar a Dios un hijo no es renunciar a él, sino entregarlo a sus manos, sabiendo que él lo cuidará y lo protegerá. Es una forma de expresar nuestra fe y nuestra esperanza en la resurrección, en la vida eterna, en el reencuentro con nuestros seres queridos. Encomendar a Dios un hijo es un acto de amor, de humildad, de confianza y de gratitud.