
Hola, queridos lectores. Hoy quiero compartir con ustedes dos oraciones para el Espíritu Santo que me han ayudado mucho en mi vida espiritual. El Espíritu Santo es el amor del Padre y del Hijo, que nos fue enviado por Jesús después de su resurrección.
Él es nuestro consolador, nuestro guía, nuestro maestro y nuestro amigo. A través de la oración, nos da sus siete dones: sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. Él nos ayuda a vivir como hijos de Dios y a dar testimonio de nuestra fe.
La primera oración es la secuencia de Pentecostés, el himno más antiguo dedicado al Espíritu Santo. Se reza el día de Pentecostés, que es la fiesta que celebra la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles y la Iglesia.
Esta oración nos invita a pedirle al Espíritu Santo que venga a nuestros corazones y nos llene de su luz, su amor y su consuelo. También le pedimos que nos dé sus dones y que nos salve con su gozo eterno.
La segunda oración es una consagración al Espíritu Santo que escribió san Josemaría Escrivá, el fundador del Opus Dei. Es una oración que se puede hacer todos los días, especialmente por la mañana, para ofrecerle al Espíritu Santo todo nuestro ser y nuestra jornada. Le pedimos que sea nuestro director, nuestra luz, nuestra fuerza y todo el amor de nuestro corazón.
También le decimos que nos abandonamos a sus divinas operaciones y que queremos ser dóciles a sus santas inspiraciones. Así le mostramos nuestra confianza y nuestro amor al Espíritu Santo.
Secuencia de Pentecostés completa
Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre,
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas,
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas,
infunde calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones
según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.
Amén.
Consagración al Espíritu Santo compuesta por san Josemaría Escrivá
¡Ven, oh Santo Espíritu!
ilumina mi entendimiento,
para conocer tus mandatos
fortalece mi corazón
contra las insidias del enemigo
inflama mi voluntad…
He oído tu voz, y no quiero endurecerme
y resistir, diciendo: después…, mañana.
¡Ahora he comenzado! ¡Ahora!,
no vaya a ser que el dilatar aumente mi ceguera
y se me endurezca el corazón.
¡Ahora he comenzado! ¡Ahora!,
por mi pobreza con tu gracia;
por mi flaqueza con tu fuerza;
mi inconstancia con tu ayuda.
¡Oh Espíritu Santo!,
Amor del Padre y del Hijo
dame la gracia de amarte;
el don de temerte y el don de la piedad,
dame el don del consejo, de la ciencia,
dame el don de la fortaleza
el don del entendimiento
y dame el don de la sabiduría.
¡Oh Espíritu Santo!,
sé Tú mi Maestro interior
sé Tú mi Director, mi Guía, mi Consuelo,
mi Fuerza, mi Luz y mi Todo en todo.
¡Oh Espíritu Santo!,
hazme fiel a tu voz
y dócil a tus inspiraciones.
Hazme apóstol de tu amor
y testigo de tu verdad.
Hazme santo para tu gloria
y para el bien de las almas.
Amén.
La importancia de dar gracias por las bendiciones recibidas
La secuencia de Pentecostés se compone de doce estrofas que empiezan con la invocación «Ven». Cada una de ellas describe una cualidad o una acción del Espíritu Santo, como luz, amor, huésped, descanso, tregua, brisa, gozo, etc. También se pide que riegue la tierra en sequía, sane el corazón enfermo, lave las manchas, infunda calor de vida en el hielo, dome el espíritu indómito y guíe al que tuerce el sendero.
La consagración al Espíritu Santo es una oración que san Josemaría Escrivá compuso en 1971 para ofrecer el Opus Dei a la acción del Espíritu Santo en la Iglesia. Esta oración se renueva cada año en la fiesta de Pentecostés en todos los centros del Opus Dei.
En ella se piden los siete dones del Espíritu Santo para vivir con santidad y fidelidad la vocación cristiana. También se reza por el Papa, los obispos y todo el pueblo de Dios. Esta consagración es una expresión de amor y confianza en el Paráclito, que nos ayuda a ser testigos de Cristo en el mundo.
Estas dos oraciones son muy hermosas y poderosas. Los animo a que las recen con frecuencia y con devoción. Les aseguro que les dará muchas gracias y bendiciones si lo invocan con sinceridad. Él quiere ser nuestro amigo íntimo y ayudarnos a ser santos. No lo dejemos solo ni lo entristezcamos con nuestros pecados. Abramos nuestro corazón al Espíritu Santo y dejémonos transformar por él. Que el Espíritu Santo los acompañe siempre y les llene de su paz. Hasta la próxima.